Stig Östlund

torsdag, augusti 11, 2011

Bajo el sol de medianoche

/Sueco:/ Artikel  ur den spanska tidningen El Mundo. Artikeln som  med rätta lovordar vår
midnattssol (och inte minst Lappland). Midnattsolen som gör vår natur så vacker så man kan gråta.
Inlägget är avsedd för några läsare jag har, och som har spanska som modersmål (jag fjantar lite för att öka chansen att behålla  dem).

Escapada
Bajo el sol de medianoche
Texto
Fotos: Rafa Pérez


Actualizado Miércoles, 10 de agosto de 2011 - 18:21h.
Laponia sueca. Con la llegada del sol, que tan esquivo estuvo meses atrás, y la desaparición de la capa de nieve, los suecos se encuentran con extensos paisajes. Extensos en el sentido nórdico de la palabra. Enormes territorios de aparente nada donde hay más kilómetros cuadrados que habitantes. Una nada bella, con un sol que ya no quiere ponerse. A horas en las que los europeos más sureños llenamos de bombillas nuestros ratos, la gente de Laponia ve como el sol flirtea con el horizonte, insinuante, sin llegar a esconderse para levantar de nuevo el vuelo con suavidad.

Es el sol de medianoche. Geográficamente hablando, el periodo de total luminosidad se ciñe a las localidades al norte del Círculo Polar Ártico, en un periodo que oscila, según la latitud, desde finales de mayo hasta mediados de julio. Pero el resto del país disfruta de largos días durante todo el periodo estival. Se vive en la calle, se hacen actividades a horas inverosímiles. El culto al esperado sol tiene lugar durante el Midsummer, antiguamente celebrado la velada y el día del 23 y el 24 de junio, pero hoy adaptado al viernes y sábado coincidentes entre el 19 y el 26 del mismo mes. La fiesta reúne a familiares y amigos en una especie de versión sueca del corro de la patata, danzando alrededor del maypole.

Naturaleza para todos los gustos

Hay dos maneras de vivir la región de Laponia en verano. Por un lado la idílica, como inquilino de una cabaña de madera junto a un lago, con una pequeña barca para tratar de pescar sin importar el resultado, una mecedora junto a la puerta, una copa de vino. Tal vez cambiando la cabaña por una habitación en un faro, como el de Bjuröklubb, con vistas al mar Báltico, y levantarse por las mañanas para acercarse al café Fyren a buscar un poco de pan recién horneado que acompañe al arenque y las gambas que la mujer del pescador vende en la propia barca. La otra forma de disfrutar de la naturaleza de Laponia es adentrándose en ella para practicar actividades de aventura.

En la orilla del Báltico espera una lancha neumática armada con dos motores de 300 caballos. Cada vez que una ola se cruza ante nosotros, la embarcación literalmente vuela. Cuando el piloto se ha dado cuenta de que has cogido un poco de confianza, que apenas te mueves del asiento, empieza un baile de virajes que lleva a la lancha a plegarse sobre el agua. Tras los pertinentes titubeos al pisar tierra firme, toca buscar Skellefteå en el mapa. Cada año, a principios de julio, celebran el Stadsfesten, un festival de cuatro días de duración en los que no falta la comida, la bebida en envases siempre de plástico y la música. Cartel no les falta. Hay más de doscientas bandas activas en el municipio. La estrella de este año fue la artista de moda en Suecia, la cantante Robyn. Con buenas dosis de pop electrónico y sus histriónicos movimientos hizo las delicias de todos los asistentes.

Durante el festival también se celebra un mercado tradicional, junto a las antiguas casas de madera. Exposición de coches antiguos, recetario clásico de la gastronomía sueca, artesanía y, cómo no, más música. En este caso son los violines, acordeones y violoncelos los que dan una melodía propia de las bandas sonoras de Mark Knopfler, de celebración melancólica. Por el río Skellefte, que da nombre a la localidad, se navega a un ritmo muy diferente al de las lanchas rápidas. La barcaza Victoria Express se desplaza sin prisas, ofreciendo al pasaje unas fresas y un poco de vino blanco mientras saluda a los pescadores que se pelean con el salmón.

Aventura y gastronomía

Las aguas de otro río, el Byske, son idóneas para la práctica del rafting o el hidrospeed, deporte en el que tumbado en una tabla, con traje de neopreno y las protecciones adecuadas, tratas de domar a la corriente. Te dan unas sencillas instrucciones para encontrar el equilibrio, pero con el agua pasando por encima de ti, bastante tienes con ver por dónde te lleva. Aunque el único peligro real de la actividad son los mosquitos que revolotean por la ribera del río.

Viendo a Thorbjörn Holmlund preparar una de las típicas barbacoas suecas, a base de salmón, carne de reno y alce, patatas, zanahorias y cebollas asadas, nadie diría que es uno de los empresarios con más visión del país. En el Vildmarkscenter de Svansele, su museo de la vida silvestre reúne una interesante colección de animales para conocer su comportamiento durante las distintas estaciones del año. Su último proyecto se llama Stoor.

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